jueves, agosto 03, 2006

De como los palomos se asomaron al mundo...

La luz que se filtraba por las ventanas subía la temperatura del palomar una cosa horrible y además, si la mirabas fijamente, hacía daño a los ojos. Por esa razón Petirrojo miraba al infinito, que es un sitio entretenido de mirar, porque no se acaba nunca; Pájara revoloteaba por todo el palomar, cantando bajito canciones malas, y Palomo y Lechuza simulaban estar muy ocupados, que es la mejor manera de que nadie te mande nada..

- La gente debería saber de nosotros - exclamó Pájara, en un arranque de entusiasmo.
- ¿Tú crees que algo de lo que nos pase le interesará a alguien? - respondió Petirrojo, ensimismada como sólo ella sabe ensimismarse.
- ¡Seguro! - replicó Pájara, meneando las plumas de la cabeza de un lado a otro.
- ¿Y que podríais contar, si no sois nada interesantes? - preguntó, desde el cariño, Lechuza.
- ¡Uy, pues no se, lo que se nos ocurra, ya lo veremos después! - afirmó Pájara, las plumas ya totalmente desordenadas.


Momentos de silencio. El ventilador hacía ruidos raros, pronto se parará, pensarón con tristeza los palomos. El sol continuaba pegando de plano y, por añadidura, haciendo daño a la vista si lo mirabas fijo.

- Venga, va - se oyó a Palomo. Cogiendo una de las plumas esparcidas por el nido, la mojó en los restos, un poco guarreados, porque no decirlo, del agua del bebedero, y dijo:
- ¡Que el mundo nos conozca!
- ¡ Eso, eso, y que queden fascinados por nuestro encanto! - palmeó Pájara, las plumas ya ni se sabe.
- Si llega a vernos alguien, claro... - murmuraba Lechuza, el pico otra vez enterrado en sus cosas.
- ¿Ein? ¿De que estábais hablando? - preguntó Petirrojo cuando, por fin, se le acabó el infinito..

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