Sí, como decía la cancíon de aquella popular película española de los 60, hoy es San Valentín.


A mí me viene a la cabeza una película maravillosa y divertidísima que ni siquiera pude ver entera: La tumba de Roseanna. El protagonista Marcelo, (Jean Reno) es un tabernero de un pequeño pueblo italiano. Su mujer padece de corazón y puede morir de un momento a otro. Su único deseo es ser enterrada en el cementerio del pueblo junto a la tumba de su pequeña hija. Sin embargo sólo quedan tres tumbas vacías y el cacique del pueblo y dueño de los terrenos adyacentes al cementerio se niega a vender sus tierras para tal fin. El pobre Marcelo, que adora a su mujer, intenta por todos los medios cumplir el deseo de su mujer, utilizando ingeniosas estratagemas para evitar que nadie en el pueblo muera y le quite la tumba.
Eso si es amor. Quizás más sencillo y cotidiano que en otras películas, pero también más real. Es conmovedor ver los esfuerzos de Marcelo por cumplir los deseos de su mujer. También es conmovedor cuando le dice a su esposa, que en comparación con su sexy hermana, ella es hermosa porque cuando entra ilumina la estancia. O cuando se humilla ante el cacique del pueblo, con el que tiene una vieja enemistad, para que venda los terrenos para agrandar el cementerio. Eso sí es amor y no llenar una habitación de rosas.
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